5, 4, 3, 2, 1 ... Bienvenidos al 2009.
Dentro de nada volveremos a vivir las campanadas de la Puerta del Sol y el año 2008 pasará a la historia.
El 2008 será recordado en los libros por el año en el que un afro americano fue elegido presidente de los EE.UU., será recordado por la crisis económica mundial, por la reunión del G20 + 2, por las Olimpiadas de Beijing... Estás serán las grandes aventuras del 2008.
En cambio yo lo recordaré como el año en el que aprendí que la vida es muy corta.
El año en el que aprendí que los hermanos pequeños acaban haciéndose grandes, que esos bebés que viste nacer ya han entregado su primer beso, que incluso tu primer sobrino, tan pequeñito que era, ya corretea a sus anchas.
El año en el que aprendí que las fechas no son tan importantes, que cualquier día es bueno para reír, para llorar de alegría, para quedar con amigos que tenías en el olvido, para quedar con los de siempre, para ver a tu familia... Para hacer esas cosas tan cotidianas o para hacer las más novedosas porque habrá días que irremediablemente no podremos reír o no podremos llevarlas a cabo.
El año en el que aprendí que no podemos atrapar el tiempo, sólo podemos intentar aprovecharlo. Y como dice mi hermana pequeña el tiempo no se malgasta sólo se aprovecha mejor o peor.
Por lo tanto, da igual que la Navidad que está llegando sea nuestra primera Navidad o la vigésimo cuarta, como no podemos saber con certeza si va a ser la última, permítanme darles un consejo, DISFRÚTENLA, porque la vida es cíclica pero CADA MOMENTO ES ÚNICO.
